martes, 20 de noviembre de 2012


Slide 2
Discapacidad y especificidad
Desde hace unos pocos años se viene hablando de la especificidad del síndrome de Down (SD).
Ha sido ésta una cuestión que ha ocupado a los especialistas y sobre la que se ha escrito en
Muchas publicaciones, y hablado en diferentes foros. De manera muy acertada, Perera (1995),
al referirse a este asunto, alude a los “aspectos propios, específicos, singulares o exclusivos del
Síndrome de Down, que no se dan en otras patologías cerebrales, o se dan en proporción diferente, y que por lo tanto marcan los límites o las diferencias con otros tipos de deficiencia mental”.
En efecto, como tendremos ocasión de ver un poco más adelante, las personas con SD presentan algunas características peculiares, específicas. La alteración cromosómica provoca una
Temprana serie de disfunciones que condicionan, de alguna forma, el aprendizaje. Y habrá que tener muy presentes esas formas de procesar la información, esas dificultades propias, con el fin de ajustar nuestra intervención a las necesidades concretas que presentan estos niños. A mi modo de
ver, se ha hecho un uso demasiado reduccionista del término especificidad, resaltando más el sentido de exclusividad. Me parece más oportuno considerar esta especificidad del síndrome de
Down como una nota característica a la hora de abordar los tratamientos, sin más connotaciones.
Desde un punto de vista práctico, y en lo que respecta a la atención temprana, no debe haber Centros en los que se atienda única y exclusivamente a niños con SD. Por supuesto que el programa deberá tener en cuenta las características específicas de estos niños, diseñando así objetivos y actividades que se adapten a sus necesidades peculiares, de forma que la intervención resulte más eficaz. Pero un Centro de Desarrollo y Atención Temprana debe tener una visión más amplia de la realidad.
Tal vez una intervención específica y exclusiva para una población determinada (en
este caso para niños con SD), llega a convertirse en algo cerrado y hasta rígido, incluso monótono para los profesionales, no alcanzándose a analizar otros aspectos de la intervención que no se consideran tan necesarios, al centrarse más en la alteración que padece el niño. Los programas de AT, como hemos visto más arriba, no sólo se dirigen a niños con deficiencias o problemas en su desarrollo, sino también a niños y familias de alto riesgo. Cuando se trabaja con muestras más amplias (niños de alto riesgo biológico, niños y familias de alto riesgo socio-ambiental,
niños sin patología evidente), se tiene una visión más global de la atención temprana, y se comprende mejor esa perspectiva transaccional y ecológica a la que antes nos hemos referido, que destaca tanto la calidad de la relación del niño con su medio, y la importancia que éste tiene en su crecimiento y desarrollo.
Esto no significa, en ningún caso, abandonar el estudio y la consideración de las cualidades específicas del niño con SD.Lo que se propone es abrir los Centros de Atención Temprana en los que se atiende solamente a niños con SD, a otras poblaciones susceptibles de esta intervención, sin que ello suponga ningún perjuicio para ellos. Es evidente que el programa de AT dirigido a niños con SD
y sus familias conservará sus notas peculiares, pero no olvidemos que hay muchos aspectos comunes
a los programas para otras poblaciones de niños y familias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario