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Publicado el 2 noviembre, 2012 por Ramon Valeta
Paciente moderno y crisis son dos conceptos que
no tienen porqué estar forzosamente ligados. Sería factible hacer un análisis
de su impacto en la salud por separado, pero la situación actual nos ha dado
pie a buscar algunas concordancias.
La importancia de introducir cambios en nuestras
formas de hacer, tanto laboral como personalmente, con el fin de buscar una
mejora constante no es un consejo nuevo vinculado a la crisis, ya nos lo
decía Platón 400 años a.C. al igual que Albert Einstein y muchos otros
pensadores. ¿Recordáis el famoso best seller de Spencer Johnson publicado en el 1998, diez años antes de la
actual crisis, -¿Quién se ha llevado mi queso?-?
Pero como dice el refranero “de Santa Bárbara
sólo nos acordamos cuando truena” y al margen de las señales de alerta, en el
2008 llega la temida crisis y de
forma unánime recordamos que hay que innovar para mejorar, cambiar o
transformar nuestra manera de hacer. A toda costa hay que buscar
un mayor grado de eficiencia.
En el mundo de la salud se deben de reinventar
los procesos, ya sean de índole administrativa, de coordinación interprofesional
o asistencial. Las tecnologías juegan un importante papel, pero en especial
las de la información y comunicación: las
TIC.
A este proceso se le superpone un cambio cultural
muy importante, ‘la modernización’ del ciudadano. Los hábitos de una gran parte de la
sociedad cambian; uso de Internet, redes sociales, movilidad geográfica,
flexibilidad horaria, etc. Y nos encontramos con un común
denominador el crecimiento exponencial en el uso de las TIC, apareciendo lo
que algunos se han atrevido a llamar el “homo connectus”.
Dentro de este contexto podemos englobar al ‘paciente moderno’ donde cabe
perfectamente el concepto introducido por Lowell Levin y Ellen Idler:
“Ha llegado
el momento para un importante cambio conceptual… de ver a las personas como
consumidores de atención en salud a verlos como lo que realmente son: sus
principales proveedores”
Nos encontramos pues que paulatinamente el
paciente pasivo receptivo y básicamente sumiso a las indicaciones de los
profesionales sanitarios, se transforma en un paciente comprometido con su
salud, con mayores conocimientos, que quiere participar en la toma de
decisiones, que contrasta opiniones, que demanda acceso a su historial
médico, que no quiere perder tiempo, que exige el uso de las TIC para todo aquello
que sea útil y que simplifique los procesos de coordinación y asistenciales,
pero que también exige una estrecha colaboración con los profesionales de
salud. Todo ello nos lleva al e-Paciente.
Según una encuesta pasada el año 2002
por Pew Internet &
American Life, en Estados Unidos había 93 millones de e-Pacientes.
Naturalmente este número en la actualidad debe ser mucho mayor.
Ante de esta situación,
es obvio que tanto los organismos compradores de servicios sanitarios como
los proveedores de los mismos, tenemos la obligación de cambiar de paradigma
y adaptarnos a la nueva realidad.
En este sentido la Corporación Fisiogestión desde hace años está trabajando en esta
línea, primero con la creación del programa FesKits_ Estimulación Cognitiva, y desde el año
2009 con el desarrollo de la plataforma interactiva de rehabilitación iCF, que es un centro de recursos on line,
formado por un conjunto de aplicaciones interconectadas, que permite al
usuario trabajar de forma autónoma, pero siempre con la supervisión y soporte
de un tutor virtual especialista en el ámbito de actuación.
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